Una newsletter es, en su traducción literal, una hoja informativa. Un correo electrónico con el que mantener vivo el contacto, aunque sea unidireccional, con nuestros clientes y potenciales clientes. Con ella podemos fidelizar, informar, vender, anunciar promociones o simplemente recordar. Es una herramienta muy potente que, utilizada como es debido, nos puede resultar muy beneficiosa.

Según MailChimp las newsletters sobre hobbies consiguen, de media, una tasa de apertura del 28,49% y una tasa de click a sus enlaces del 5,24%. Si hacemos un ejercicio práctico con estos números veremos que su eficacia es envidiable. Pongamos por caso un envío a una base de datos de 1.000 contactos. Estaríamos hablando de que más de 280 personas han abierto y visto nuestro correo, y 52 de estas han hecho click en nuestros enlaces. No está nada mal, ¿verdad?

 

Pero, ¿qué es lo que hace que estos números sean favorables? Sin lugar a duda el principal factor a tener en cuenta es el de la calidad de nuestra base de datos. Hacer un envío masivo a gente que no está realmente interesada en nuestro producto es como poner un anuncio de un restaurante de carne en una revista para veganos: nulo y contraproducente. Sabiendo esto, el segundo factor a valorar es el de la calidad del envío. Enviar por enviar es otro error común. No por más enviar vas a vender más. Las newsletters tienen que estar creadas con mimo, cuidando cada detalle y ofreciendo información nueva y suculenta para captar la atención del receptor e inducirle a hacer click. Las promociones y los descuentos suelen ser grandes aliados de las newsletters así como lo son las novedades y casos de éxito. Y, por supuesto, estos envíos necesitan pasar por las manos de un diseñador que le de forma, de un creativo que le añada contenido y un editor que ponga los puntos sobre las íes.

Aunque huelga decirlo, lo diré. Si la newsletter no es responsive, apaga y vámonos. Ya hemos hablado de la necesidad de que las páginas web se adapten a los dispositivos móviles (más del 40% de los internautas españoles compra vía móvil), así que debemos aplicar la misma máxima a nuestros envíos por email.

Spam, nuestro enemigo más temible

Conseguir, sin buscarlo, que una newsletter sea detectada como Spam por los servidores de correo de nuestros destinatarios es extremadamente fácil. Basta con poner palabras como “descuento, oportunidad, gratis,  oferta…” en el título del correo para que todo tu trabajo termine en la carpeta del correo no deseado. Otro error común reside en el mal uso de dominios y URL. Si vas a mandar una newsletter hazlo desde un correo corporativo, no desde cualquier otro lugar. Es muy importante que el receptor conozca a la fuente. Y lo mismo sucede con imágenes o archivos que quieras adjuntar; o vienen de tu web o corres el riesgo de ser etiquetado como correo basura. Y, por cierto, ¡LAS MAYÚSCULAS NO MOLAN!

Por otro lado, uno de los grandes quebraderos de cabeza a la hora de redactar una newsletter es el asunto. Nuestra recomendación siempre es la misma: evita títulos genéricos, apuesta por un asunto personalizado con el que se entienda qué hay en la newsletter sin desvelar del todo qué es lo que ofreces dentro. Un título genérico te llevará a la carpeta de Spam o será motivo más que suficiente para no abrir tu correo. Un título sugestivo, atractivo y llamativo jugará en tu favor.

En definitiva, enviar una newsletter no es un juego de niños. Es un eslabón más del engranaje del marketing digital. Es una carta abierta con la que presentarnos, recordar quiénes somos y qué hacemos u ofrecer nuestros productos o servicios de forma periódica. ¿Quieres empezar a enviar newsletters de calidad? Ven a tomarte un café.

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Un vídeo publicado por @clicksunmarketing el